Pese a los malos augurios meteorológicos la convocatoria resultó todo un éxito y finalmente fue un buen grupo el que tomó el tren de Reus tras sufrir algún contratiempo por parte de RENFE soportado con buen humor y canciones en el andén.
Al llegar a la estación de Reus ya nos esperaban los camaradas del Hogar Jaime I que nos llevaron hasta su base de Aire Libre situada en el término municipal de Arbolí.
Para intentar recuperar el tiempo perdido por causas ferroviarias nos limitamos a dejar los bártulos y nos fuimos de marcha, camino arriba.
La marcha consistió en unos diez kilómetros de continuos desniveles por caminos arcillosos atravesando paisajes tan verdes y hermosos como solitarios. Hacia la mitad del recorrido paramos a comer en una zona de piscinas naturales y cascadas de gran belleza. Un verdadero oasis de paz sólo roto con nuestras risas juveniles y alguna que otra salpicada de aguas puras, frías y cristalinas.
El regreso se desarrolló con el mismo buen humor, con el lógico cansancio pero valorando también que las negras nubes que pendían sobre nuestras cabezas mantenían el grifo cerrado.
A nuestra llegada a la base alegría al encontrarnos con Flechas, Arqueros, Mandos y Dirigentes llegados a lo largo de la tarde.
Sentados sobre unos peñascos, con el pantano de Ciurana como fondo de escenario dedicamos un buen rato a recordar la figura del general Prim, hijo de estas tierras y olvidado hoy en día por la enseñanza oficial.
Aprovechando los últimos momentos de luz escogimos una pequeña zona rodeada de pino rojo e instalamos unas rafias en el suelo que nos sirvieran de aislante y otras como techo ante una más que previsible lluvia que, cómo no, acabó llegando.
Al llegar la noche preparamos entre todos la cena; para algunos fue su primera experiencia con los fogones y entre risas y mondas de patata la cosa no salió mal del todo, incluso resultó comestible.
Después de la cena mancomunada un divertido juego en el exterior armados de bolígrafo, libreta y diccionario. Como nuestras carcajadas impedían el sueño de los más peques nos fuimos a dormir.
Noche mágica y hermosa bajo el hechizo de la luna de abril, noche de las que sólo pueden disfrutarse en la naturaleza y entre amigos. Y así, entre risas y goteras, nos llegó el alba.
Desayuno frugal y división en dos del grupo, unos marchamos a oír misa en el vecino pueblo de Arbolí y otros se quedaron en la base colaborando en diversas actividades. Para unos y para otros, eso sí, se habían abierto ya las compuertas del cielo.
Llegamos a la iglesia de Arbolí precediendo en pocos minutos a los Arqueros y empapados por igual. Después de la misa y de un reconstituyente en el bar del pueblo vuelta hacia arriba por el camino que era ya puro torrente.
Ante la imposibilidad de realizar actividades de aire libre dedicamos el tiempo a cantar todos juntos dentro de la casa, acompañados por el lujo de dos guitarras y pasando unos minutos maravillosos.
De nuevo actividad de cocina para los Cadetes que volvieron a lucirse en el arte de Arguiñano.
Tras un pequeño descanso canciones en el exterior, ahora ya con un más que tibio sol acariciándonos la espalda.
Acto de clausura, despedida de los camaradas de Reus- ¡Mil Gracias!- y vuelta a la capital del Baix Camp para tomar, con un leve retraso, el tren que nos llevaría a Barcelona.
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